Sevilla, que
fue fundada en sus orígenes como ciudad romana y ahora acoge tres sitios
declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, rebosa de encanto de
antigüedad. El complejo palaciego del Alcázar es un imponente collage de
estilos arquitectónicos y la catedral impresiona por su belleza y por ser el
lugar de sepultura de Cristóbal Colón. El Metropol Parasol es la mayor
estructura de madera del mundo: una descomunal mezcla de líneas onduladas y
entramados que alberga un mirador y una zona comercial. La pintoresca pérgola
del Parque de María Luisa es el lugar perfecto para disfrutar de un maravillo
día.
La primavera concentra las dos de las
celebraciones más importantes del mundo, cada una con un carácter diferente: La
Semana Santa y la Feria de Abril. Los sevillanos viven la Semana Santa todo el
año, pero es cuando comienza la Cuaresma cuando los preparativos se aceleran.
Las calles comienzan a oler a incienso, las bandas de música apuran sus últimos
ensayos, los escaparates de las tiendas se adaptan a esta época del año, los
templos abren sus puertas para los besamanos y besapiés y los bares y
restaurantes ofrecen su gastronomía de Cuaresma con el bacalao como producto
base. Durante la semana de pasión, cuando la intensidad de esta manifestación
religiosa y artística alcanza su culmen, el ambiente es indescriptible, la
ciudad se transforma completamente.
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