miércoles, 29 de mayo de 2013

SEVILLA




Sevilla, que fue fundada en sus orígenes como ciudad romana y ahora acoge tres sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, rebosa de encanto de antigüedad. El complejo palaciego del Alcázar es un imponente collage de estilos arquitectónicos y la catedral impresiona por su belleza y por ser el lugar de sepultura de Cristóbal Colón. El Metropol Parasol es la mayor estructura de madera del mundo: una descomunal mezcla de líneas onduladas y entramados que alberga un mirador y una zona comercial. La pintoresca pérgola del Parque de María Luisa es el lugar perfecto para disfrutar de un maravillo día.






La primavera concentra las dos de las celebraciones más importantes del mundo, cada una con un carácter diferente: La Semana Santa y la Feria de Abril. Los sevillanos viven la Semana Santa todo el año, pero es cuando comienza la Cuaresma cuando los preparativos se aceleran. Las calles comienzan a oler a incienso, las bandas de música apuran sus últimos ensayos, los escaparates de las tiendas se adaptan a esta época del año, los templos abren sus puertas para los besamanos y besapiés y los bares y restaurantes ofrecen su gastronomía de Cuaresma con el bacalao como producto base. Durante la semana de pasión, cuando la intensidad de esta manifestación religiosa y artística alcanza su culmen, el ambiente es indescriptible, la ciudad se transforma completamente.
En muy poco tiempo, la ciudad cambia su atmósfera de recogimiento y misticismo por una explosión de color y alegría centrada en el Real. Una semana que comienza con el ‘Alumbrao’, momento en que se ilumina todo el recinto ferial y se cena pescado frito (pescaíto) y que concluye con los fuegos artificiales.
 



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